El mito de que la mujer latina inmigrante no busca trabajo por que se la pasa criando a su diez hij@s y porque depende de un hombre fuerte y trabajador, aún existe en varias mentes ignorantes; habiendo aún evidencia de lo contrario, de una realidad que se muestra cada tarde en los camiones, en el metro de la ciudad… ¡mujeres fuertes cansadas de trabajar y trabajar y trabajar! yendo a casa después de una larga jornada de trabajo y con pocas horas restantes del día. Much@s creen que la mujer latina que logra llegar “al otro lado” solo va a reunirse con su familia o su pareja, cuando la verdad es otra. Al igual que un hombre, la mujer inmigrante desea llegar a Estados Unidos para trabajar y vivir “dignamente”, encontrando que no viene a vivir a un país mejor, sino a sobrevivir. ¿Sobrevivir? Si, ante una cultura distinta, ante el racismo, el sexismo, en donde hay menores oportunidades de trabajo por no tener el cuerpo fuerte y masculino requerido, dejando pocas opciones sobre en donde trabajar y esto es sin contar el hecho de no tener “papeles legales” o número de seguro social. Es así como muchas llegan a partes burgueses de la ciudad para realizar trabajos domésticos o incluso para vivir ahí dejando su vida a disposición de aquellos a quienes “les toco vivir mejor”. Pero esto no es algo nuevo o moderno sino algo que se ha llevado a cabo desde los años 60s. ¡Que pesadilla sería para mí vivir en mi área de trabajo!
Aunque la mujer latina inmigrante trabaja en varios sectores de la economía, muchas se agrupan en unas cuantas ocupaciones como costureras, trabajando para pequeños negocios de familias y algunas logran colocarse en trabajos de mayor destreza como en enfermería. La mujer latina, inmigrante e indocumentada, se enfrenta con menos alternativas. Estas son las que llenan los puestos en las maquilas, como trabajadoras domesticas, y de vendedoras ambulantes y si corren con suerte en algún pequeño negocio de comida. Aquí es donde se puede ver que en el área laboral se toma en cuenta el estatus social, la nacionalidad, sexo y estatus legal. Como resultado de la discriminación y la dificultad de obtener un estatus legal, autorización para trabajar, o la transferencia de licencias, las mujeres latinas inmigrantes que fueron maestras o enfermeras en sus países natales no tienen otra opción que trabajar en un sector informal.
Al llegar el año de 1986, se pasó una reforma de inmigración llamada IRCA la cual señalaba una nueva era para l@s inmigrantes quienes creían que venia para beneficiarl@s. Aunque esta reforma ofrecía amnistía y legalización para algún@s inmigrantes indocumentad@s, también creaba problemas para much@s imponiendo sanciones a quienes los empleaban. Dicha reforma criminalizaba emplear a inmigrantes indocumentad@s, ya que prohibía darle trabajo a cualquiera que no tuviera un permiso legal para trabajar en los Estados Unidos. Lo único que causó esto fue que la gente se levantara en defensa de sus derechos como inmigrantes. En cada ciudad importante de Estados Unidos donde hay una gran población de inmigrantes se comenzaron a formar coaliciones las cuales se enfocaban para definir, establecer, y defender los derechos civiles y derechos del trabajador/a para l@s inmigrantes ilegales. Desafortunadamente estas atenciones serían enfocadas solamente en los hombres, pero con algo se empezó, la gente comenzaba a organizarse y eso fue algo bueno, pero las mujeres también necesitaban saber estas cosas. Hoy en día, la mujer, mas fuerte que nunca busca aprender más sobre sus derechos y eso es lo que precisamente la hace ¡fuerte!
Un día típico para un inmigrante en Estados Unidos comienza tempranito para buscar trabajo. Los hombres madrugan para congregarse con otros en las esquinas de muchas ciudades de E.U.A. para buscar trabajo ya sea en la construcción, empaques, jardinería, pintando casas o trabajando temporalmente en mueblerías para cargar las cosas. Y así es como cada día crece el número de hombres y mujeres que dan sus fuerzas, su tiempo y su vida por una hora, un día o quizás una semana de salario y cuando se termina, buscan otra “buena persona” que los explote, que no les pague lo merecido o incluso que “se les olvide pagar”. SI COMO NO!
Por otra parte, a la mujer imigrante (en California por lo menos), no la ves juntándose en esquinas a esperar quien le de trabajo en jardinería, etc. Aun así, la mujer también busca trabajo en un sector informal donde se arriesga a cualquier cosa por un salario que fácilmente se va ante toda esa bola de aprovechad@s que están arriba, que roban tu energía convertida en dinero para cobrarte por el lugar donde vives, por lo que comes, por el agua, la electricidad, el gas, y lo que consumas y ahí es donde ves tu trabajo, tus horas largas de dedicación tiradas a la basura porque a fin de cuentas no alcanza para nada, porque a ell@s no les importa si necesitas un pantalón nuevo o unas zapatillas nuevas, pero aun así algún@s siguen pensando que así nos toco vivir, que así es la vida y que a fin de cuentas a eso vine “al otro lado”, pero el sentimiento de lucha está sembrado en otr@s.
Muchas de estas mujeres viven del trabajo domestico pagado el cual está organizado de diferentes maneras. La primera forma de organización es que en el mundo moderno, ha cambiado de ser una empleada que vive en la casa en que trabaja a una empleada que trabaja durante el día o que maneja acuerdos de limpieza. Mediante estos acuerdos, la trabajadora puede ser empleada por diferentes personas en días distintos y no se les paga por hora sino una cierta cantidad por completar tareas previamente acordadas. Bajo estos arreglos, las trabajadoras domesticas se pueden posicionar como “expertas,” vendiendo su servicio laboral de la misma manera que un vendedor ofrece su producto.
Si dejamos por un lado estas “mejorías” en este tipo de trabajo, aun sabemos que el trabajo domestico pagado sigue ocurriendo en un ambiente aislado y privatizado. Cuando las trabajadoras domesticas negocian su trabajo y sueldo, lo hacen sin beneficios de ningún tipo que por derecho deben tener. El trabajo domestico pagado se lleva acabo en mayor parte por mujeres inmigrantes que la mayoría son latinas y de el caribe, un grupo de trabajadoras que por su estatus social, nacionalidad, sexo y estatus legal son las mas vulnerables en nuestra sociedad.
Estas son algunas situaciones de trabajo en Estados Unidos, pero ¿que pasa en México, Colombia, Chile, Paris y en todo el mundo? Dedicamos nuestras vidas a estudiar para luego trabajar y por más cómodo que sea el trabajo, siempre hay alguien arriba que nos maneja y que le gusta vernos desgastarnos por unas migajas, porque ell@s obtienen mayores ganancias del trabajo que tú y yo hacemos y producimos.
¿Realmente es eso lo que queremos de nuestras vidas? ¡Yo no!
Aunque la mujer latina inmigrante trabaja en varios sectores de la economía, muchas se agrupan en unas cuantas ocupaciones como costureras, trabajando para pequeños negocios de familias y algunas logran colocarse en trabajos de mayor destreza como en enfermería. La mujer latina, inmigrante e indocumentada, se enfrenta con menos alternativas. Estas son las que llenan los puestos en las maquilas, como trabajadoras domesticas, y de vendedoras ambulantes y si corren con suerte en algún pequeño negocio de comida. Aquí es donde se puede ver que en el área laboral se toma en cuenta el estatus social, la nacionalidad, sexo y estatus legal. Como resultado de la discriminación y la dificultad de obtener un estatus legal, autorización para trabajar, o la transferencia de licencias, las mujeres latinas inmigrantes que fueron maestras o enfermeras en sus países natales no tienen otra opción que trabajar en un sector informal.
Al llegar el año de 1986, se pasó una reforma de inmigración llamada IRCA la cual señalaba una nueva era para l@s inmigrantes quienes creían que venia para beneficiarl@s. Aunque esta reforma ofrecía amnistía y legalización para algún@s inmigrantes indocumentad@s, también creaba problemas para much@s imponiendo sanciones a quienes los empleaban. Dicha reforma criminalizaba emplear a inmigrantes indocumentad@s, ya que prohibía darle trabajo a cualquiera que no tuviera un permiso legal para trabajar en los Estados Unidos. Lo único que causó esto fue que la gente se levantara en defensa de sus derechos como inmigrantes. En cada ciudad importante de Estados Unidos donde hay una gran población de inmigrantes se comenzaron a formar coaliciones las cuales se enfocaban para definir, establecer, y defender los derechos civiles y derechos del trabajador/a para l@s inmigrantes ilegales. Desafortunadamente estas atenciones serían enfocadas solamente en los hombres, pero con algo se empezó, la gente comenzaba a organizarse y eso fue algo bueno, pero las mujeres también necesitaban saber estas cosas. Hoy en día, la mujer, mas fuerte que nunca busca aprender más sobre sus derechos y eso es lo que precisamente la hace ¡fuerte!
Un día típico para un inmigrante en Estados Unidos comienza tempranito para buscar trabajo. Los hombres madrugan para congregarse con otros en las esquinas de muchas ciudades de E.U.A. para buscar trabajo ya sea en la construcción, empaques, jardinería, pintando casas o trabajando temporalmente en mueblerías para cargar las cosas. Y así es como cada día crece el número de hombres y mujeres que dan sus fuerzas, su tiempo y su vida por una hora, un día o quizás una semana de salario y cuando se termina, buscan otra “buena persona” que los explote, que no les pague lo merecido o incluso que “se les olvide pagar”. SI COMO NO!
Por otra parte, a la mujer imigrante (en California por lo menos), no la ves juntándose en esquinas a esperar quien le de trabajo en jardinería, etc. Aun así, la mujer también busca trabajo en un sector informal donde se arriesga a cualquier cosa por un salario que fácilmente se va ante toda esa bola de aprovechad@s que están arriba, que roban tu energía convertida en dinero para cobrarte por el lugar donde vives, por lo que comes, por el agua, la electricidad, el gas, y lo que consumas y ahí es donde ves tu trabajo, tus horas largas de dedicación tiradas a la basura porque a fin de cuentas no alcanza para nada, porque a ell@s no les importa si necesitas un pantalón nuevo o unas zapatillas nuevas, pero aun así algún@s siguen pensando que así nos toco vivir, que así es la vida y que a fin de cuentas a eso vine “al otro lado”, pero el sentimiento de lucha está sembrado en otr@s.
Muchas de estas mujeres viven del trabajo domestico pagado el cual está organizado de diferentes maneras. La primera forma de organización es que en el mundo moderno, ha cambiado de ser una empleada que vive en la casa en que trabaja a una empleada que trabaja durante el día o que maneja acuerdos de limpieza. Mediante estos acuerdos, la trabajadora puede ser empleada por diferentes personas en días distintos y no se les paga por hora sino una cierta cantidad por completar tareas previamente acordadas. Bajo estos arreglos, las trabajadoras domesticas se pueden posicionar como “expertas,” vendiendo su servicio laboral de la misma manera que un vendedor ofrece su producto.
Si dejamos por un lado estas “mejorías” en este tipo de trabajo, aun sabemos que el trabajo domestico pagado sigue ocurriendo en un ambiente aislado y privatizado. Cuando las trabajadoras domesticas negocian su trabajo y sueldo, lo hacen sin beneficios de ningún tipo que por derecho deben tener. El trabajo domestico pagado se lleva acabo en mayor parte por mujeres inmigrantes que la mayoría son latinas y de el caribe, un grupo de trabajadoras que por su estatus social, nacionalidad, sexo y estatus legal son las mas vulnerables en nuestra sociedad.
Estas son algunas situaciones de trabajo en Estados Unidos, pero ¿que pasa en México, Colombia, Chile, Paris y en todo el mundo? Dedicamos nuestras vidas a estudiar para luego trabajar y por más cómodo que sea el trabajo, siempre hay alguien arriba que nos maneja y que le gusta vernos desgastarnos por unas migajas, porque ell@s obtienen mayores ganancias del trabajo que tú y yo hacemos y producimos.
¿Realmente es eso lo que queremos de nuestras vidas? ¡Yo no!
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